lunes, 30 de julio de 2007

El camino perfecto...


Cuando no se entiende el significado
profundo de las cosas,
se perturba en vano la paz esencial de la mente.
El Camino es perfecto, como el espacio infinito
donde nada falta y nada sobra.
De hecho, es debido a nuestra elección
de aceptar o rechazar que no vemos
la verdadera naturaleza de las cosas.
No vivas en los enredos de las cosas externas
ni en los sentimientos internos de vacío.
Mantente sereno, sin hacer esfuerzos,
en la unidad de las cosas,
y tales falsos conceptos desaparecerán por sí solos.
Cuando tratas de parar la actividad
para alcanzar la pasividad,
el propio esfuerzo te llena de actividad.
Mientras estés en un extremo o en el otro,
nunca conocerás la Unidad.
Aquellos que no viven en el Camino único
fracasan en ambas: actividad y pasividad,
afirmación y negación.


Sosan

El encuentro con la Muerte Parte III ...

Tercera y última parte...

En busca de soluciones

Con la pérdida de estas tradiciones y de esta religiosidad no eclesiástica inserta en lo cotidiano, nuestras sociedades se han encontrado frente a frente con la muerte, con la angustia que genera nuestra consciencia lineal finalista y en la huida se ha corrido en tres direcciones distintas. Por parte de unas minorías pararreligiosas o religiosas se han tratado de recuperar tradiciones antiguas provenientes del mundo oriental o de culturas chamánicas (se han traducido libros sobre la muerte como el tradicional Libro Tibetano de los Muertos o Bardo Todol y el reciente Libro Tibetano de la Vida y la Muerte, el Libro Egipcio de los Muertos, se han difundido sistemas de creencias y prácticas para frenar tal ansiedad, se han vendido por millares los ejemplares de las obras de C. Castaneda con su novelada cosmovisión de la actitud guerrera ante la vida como forma de diluir la muerte, etc.). En segundo lugar, especialmente entre los profesionales de la salud y del trabajo social que se hallan ante la muerte de sus pacientes de forma cotidiana, ha habido un acercamiento a la muerte desde la vertiente del duelo y del acompañamiento al moribundo; es decir, no se han ocupado tanto de la muerte y los muertos como, en cierta forma, de los vivos que han de verse enfrentados a la muerte de otros (el principal exponente de esta tendencia es la doctora norteamericana de origen suizo E. Kübler-Ross y su famosa escuela de acompañamiento a los moribundos, en España presente a través de la Fundación Tornar a Casa). Y en tercer lugar, la actitud que mantiene la inmensa mayoría de congéneres de nuestras sociedades: negar absolutamente la muerte. Esta es la postura general. La muerte se niega, no se la quiere ver, los moribundos han de realizar su tránsito en hospitales, es decir en lugares impersonales y culturalmente considerados asépticos de donde no pueda salir la mínima contaminación (contaminación que se manifiesta en forma de angustia activada por la tanatofobia), de donde no puedan escaparse los síntomas de la muerte. Los cadáveres, antes de abandonar los hospitales, se disimulan para que no parezcan lo que en realidad son, y durante el cada vez más corto velatorio se habla de lo bien que ha quedado el muerto una vez maquillado, de que parece más joven ahora que antes de morir, etc. Se niega la muerte maquillándola de juventud gracias a la tecnología. Extrañamente se habla de las virtudes y defectos del extinto como forma de aleccionar a los jóvenes, o de la propia muerte como invitación a poner en orden los asuntos de los vivos. Disimular, ésta es la consigna. Desde el punto de vista social existen los Seguros de Vida (nunca mejor hallado un eufemismo más equívoco y falaz) y pensiones para que los familiares directos noten lo mínimo posible la pérdida del finado si era cabeza de familia. Hay empresas que, previo pago, se encargan de organizar el sepelio, el entierro, las coronas de flores y los ornamentos y oropeles para la tumba, con lo cual se puede afirmar que ya no se trata de una señal del peso moral del muerto, sino que las coronas y símbolos que acompañan el rito del entierro son el producto de una auténtica economía elevada a nivel de teología general.

La única postura coherente y sólida ante la muerte, como ante cualquier otro evento o conflicto de la vida humana, es encararla, tomar consciencia de ella, conocerla hasta donde sea humanamente posible: respetar y observar frente a frente es la fórmula para librarse de ello, sea un temor o una fijación. Lo contrario, como repetidamente asevera la Psicología, solo lleva a luchar con los propios fantasmas para no resolver nada. De aquí, que los Talleres de Percepción de la Muerte que organizamos en España en conjunción desde el Institut de Prospectiva Antropològica y el Máster en Gerontología Social de la Universitat de Barcelona, sean una herramienta psicológicamente útil en diversos sentidos. Su objeto es ayudar a perder la fobia incontrolable anta la muerte propia y ajena, por un camino experiencial, alejado de los dogmas (en principio no debe creerse nada que no haya sido experimentado tras un tiempo prudente de espera). La finalidad de estos Talleres no es alimentar una creencia colectiva si no experimentar individualmente lo que llamaríamos una apreciación subjetiva del propio tránsito, usando técnicas muy específicas de respiración que provocan una hipo-oxigenación cerebral, la llamada respiración holorénica (u holotrópica en terminología de S. Grof). Adecuadamente conducida, se accede a un estado de consciencia cuyo principal factor es la modificación del ego cotidiano, acompañado de interesantes somatizaciones de diverso carácter. Esta técnica puede tener aplicaciones centradas en un uso terapéutico, no obstante estos talleres se orientan hacia el objetivo propuesto: facilitar a los participantes una experiencia psicológica similar a la de su propia muerte, en el sentido de disolución pasajera de los procesos y estados cognitivos y emocionales cotidianos, apoyado por la labor de la psicoterapia para ayudar a aquellas personas que necesiten resolver los conflictos que puedan aparecer durante la experiencia. Ello se realiza sin acudir a sistemas religiosos, pero la experiencia subjetiva que tiene cada participante puede ser ubicada dentro de su propia cosmología personal como algo religioso, de carácter terapéutico, como simple experiencia interesante o como conocimiento vivencial con aplicaciones profesionales médicas a la hora de acompañar un moribundo y poder entender mejor sus sutiles mensajes, además de haber frenado la ansiedad propia ante el paciente por haber descorrido un tanto el misterio de lo que sucede al morir. Por otro lado, estos Talleres de Percepción de la Muerte ayudan a los participantes a tomar consciencia de su propia finitud y con ello a adoptar medidas para resolver cuestiones pendientes que conllevarán un seguir viviendo con mayor libertad y respeto hacia uno mismo. Probablemente sería más correcto llamarlos Talleres de Percepción intensa de la vida, ya que una primera consecuencia es la pérdida de miedos -que no de respeto- que atenazan la expansión de la propia individualidad, y un aumento del sentimiento de responsabilidad ante la vida: se aprende que cada uno es responsable de su propia experiencia, de su propio existir y allí no sirven argumentos para acusar al Estado, a los padres o a la sociedad de los propios desmayos y flaquezas. No obstante todo ello, y como dijo un conocido literato, lo importante no son las experiencias por las que pasa una persona, sino lo cada persona hace con sus experiencias. Vivenciar una cierta muerte psicológica, con sus apremios, misterios personales y percepciones modificadas, no tiene nada de triste como me objetó hace poco un periodista, sino que es dar un potente y eficaz impulso a la propia vida.

lunes, 23 de julio de 2007

El encuentro con la Muerte Parte II...

Segunda parte...

Por todo ello, pudiera sorprender que siendo la muerte un aspecto tan decisivo en la historia de nuestras vidas como el mismo nacimiento (el cual recordamos y celebramos puntualmente cada año), y que la muerte siempre haya sido un punto culminante del simbolismo ritual de todas las culturas de la Tierra, hoy sea una temática marginal, de interés cuasi solamente económico (quién pagará el entierro, cómo se repartirá la herencia).

Una consecuencia de este abandono de los ritos de despedida y de la aceptación pautada de la muerte se observa, por ejemplo, en el hecho de que la muerte ha pasado a ser el último tabú eficaz de nuestras sociedades y, por ello, una de las fuentes más importantes hoy de manipulación ideológica. Hasta hace unos años era la sexualidad socialmente controlada el tema nuclear sobre el que actuaba toda represión y coacción social, pero a partir de la Revolución Juvenil (Mayo del 68 en París, Primavera de Praga en los países del este, hippismo en Norteamérica) el sexo perdió su carácter de tabú y hoy ya sólo se usa como incentivo para la venta de coches y neveras, por ello ha perdido toda la fuerza de sanción moral e ideológica que tenía. Ahora es la muerte la que actúa en este sentido.


La manipulación ideológica de la muerte

Actualmente, como señala Mª J. Buxó, no hay muertes que sirvan para asegurar la vida feliz en el más allá, como la de los mártires religiosos, sino que los Estados manipulan el temor fóbico a la muerte de acuerdo a sus intereses. Hay muertes que se destacan en los medios de comunicación de masas (el único camino que conoce el homus masificatus para trascender, como decía Baudrillard) en beneficio de la ideología dominante. Los gobiernos etiquetan una muerte de "buena muerte" (por ejemplo, el policía que fenece en acto de servicio para el cual hay un entierro financiado por el Estado, es decir por todos, protagoniza programas de televisión, etc.) o la etiqueta de "mala muerte" (la del terrorista abatido cuyo óbito se difunde como habiendo muerto indignamente, alejado de sus seres queridos, cazado como un animal, etc.). Con ello se refuerza el temor a morir de cierta manera (la del terrorista que ataca los intereses del Estado) y, en sentido contrario, la tendencia a buscar la inmortalidad por medio de la plasmación de la propia muerte aplaudida en los medios de comunicación de masas. Con ello resta para la muerte de la mayoría de personas la simple categoría de "muertes anónimas", tránsitos que suceden en salas de hospital público, apartadas incluso de los familiares para evitarles el embargo emocional de tener que presenciar algo tan culturalmente anómalo. Por ello, a pesar de esta o la actual de curiosidad y atracción, especialmente en los EE.UU., sigue subsistiendo el terror tanático del cual parece que el ser humano solo se salva durante los ocho o nueve primeros años de su vida, cuando todavía no puede reconocer lo que significa desaparecer para siempre, y ello aunque hayamos elaborado complejos sistemas simbólicos para defendernos de esta angustia.

Si aceptásemos la realidad profunda de la finitud en la forma que nos hace percibir nuestro ego culturalmente construido, tal vez conseguiríamos tener la paz interior y social que tanto se dice anhelar. El problema parece residir en que somos seres conscientes de las limitaciones biológicas de nuestra propia existencia, pero, como afirmó S. Freud en 1915, parece que a nivel inconsciente nadie cree realmente en la finitud de su propia vida. Esta idea de inmortalidad culturalmente construida por medio de las religiones tiene, como mínimo, una cara peligrosa y otra buena. Por un lado, si fuésemos absolutamente conscientes de la vulnerabilidad del ser humano estaríamos más motivados por el día a día, y por no dejar cosas pendientes si se consideran esencialmente importantes por el propio sujeto. Esto estimularía la creatividad, como se ha verificado repetidamente en la historia de nuestra especie, y despertaría el instinto de conservación y de supervivencia individuales favoreciendo la flexibilidad adaptativa de la propia cultura social. No obstante, son pocas las personas de nuestras sociedades que pueden pensar abiertamente en la finitud de la vida humana sin caer en un estado de profunda angustia y ansiedad. Por el otro lado, si bien una cierta consciencia de inmortalidad, proyectada en los creencias y propuestas religiosas, ayuda a superar la angustia ante la parca también es cierto que puede adormecer la actitud sagaz y viva que da el tono y la energía necesarios para llevar una existencia plena y atinada ("dejemos la solución de nuestros problemas para otro día y, si no, ya se encargará Dios -o el Estado- de resolverlos").

A pesar de todo ello, y aceptando la enorme valor adaptativo y ampliamente terapéutico que ofrecen al ser humano tales sistemas de creencias, tan solo hay algo absolutamente seguro y es que la muerte es el final ineludible de todo el ciclo vital, tal como lo podemos conocer. Y además, que tiene dos características que son las que lo convierten en temible y angustiante tabú para nuestras sociedades: la muerte es impredecible a priori ya que, aunque hay indicios observables que permiten prever cuándo está a punto de acabar el ciclo vital de una persona, nadie sabe con certeza si hoy será el último día de su vida; y por otro lado, la muerte tiene un carácter absolutamente misterioso.

Impredecible y misteriosa en su esencia, la muerte ataca la misma raíz fundamental de los valores que estamos persiguiendo en nuestras sociedades: la seguridad planificada y la predictibilidad (dos caras de la misma moneda). Se podría afirmar que la civilización es un intento permanente del ser humano para construir un mundo que sea predecible (la ciencia tiene en ello uno de sus motivos de progreso) y que sea seguro, conocido. No en vano se afirma repetidamente que con el avance científico se desvelan lo que antaño eran misterios insondables. Pero la muerte escapa a esta predictibilidad y mantiene su secreto misterioso del después, por lo que en nuestras sociedades hay una especial consciencia fóbica hacia la muerte. Para otros pueblos, la muerte era y es algo cotidiano: cada otoño muere el mundo vegetal para verlo renacer a la primavera siguiente; los animales son vistos nacer, alimentados y protegidos para acabar transformados tras su muerte en energía alimenticia de las propias personas; cuando el sol se retira cada anochecer acababa la vida activa para el humano de sociedades primitivas y tradicionales, para amanecer de nuevo, de forma ininterrumpida, al siguiente día. Cuando alguien salía a cazar no era extraño que no regresara (por ejemplo, entre los shuar o jíbaros una familia estándar tiene veinte miembros de los que ocho han muerto por accidente, asesinados, picados por una culebra, etc.) y las muertes entre niños eran frecuentes. La muerte formaba parte consciente de la vida cotidiana ("¡cuídate!" era una forma de despedida que cada vez se oye menos). Pero actualmente, la mayoría de personas ven la muerte una o dos veces como máximo a lo largo de toda su vida, y en general están tan angustiadas y emocionalmente abrumadas que se sienten incapaces de observarla con claridad.

En otras sociedades donde el devenir diario es casi imprevisible, la muerte es aceptada en su justa dimensión de final, de cambio radical, y las personas se preparan para ella atravesando rituales cuya finalidad es entrenarles para el tránsito, por medio del uso de substancias enteógenas o prácticas equivalentes de origen chamánico, místico o esotérico (los misterios Eleusinos y de Samotracia, la promesa de un nuevo mundo lleno de luz después de la muerte si se han realizado las prácticas adecuadas aquí y se ha soportado el sufrimiento de las pérdidas, la meditación orientada, los múltiples ritos iniciáticos ...). Estos pueblos primitivos y tradicionales se familiarizan con la muerte, pero no por ello pierde su carácter altamente misterioso: se acepta, cada uno se pregunta sobre su naturaleza, se habla de ello y se la mira cara a cara desde el propio hogar (los lares dedicados a los ancestros).

viernes, 20 de julio de 2007

El encuentro con la Muerte... Parte I

En una serie de post les voy a dejar un artículo de Josep Ma. Fericgla, publicado en la revista Integral, titulado: El encuentro con la Muerte en las sociedades occidentales, para mí es un texto espectacular que realmente se los recomiendo. Lo voy a dividir en 4 o 5 partes para no hacer muy denso el post, les dejo algunas reseñas biográficas del autor, el cual lo cito muchas veces en este espacio.

"El autor nació en Barcelona (Cataluña, España) en enero de 1955.Es licenciado en Geografía e Historia y doctor en Antropología Social y Cultural por la Universidad de Barcelona. También ha realizado estudios superiores de Psicología, Arte Dramático y Música. Es una autoridad internacionalmente reconocida sobre temas relacionados con los denominados Estados Modificados de Conciencia, antropología cognitiva y substancias psicoactivas. Con formación en el ámbito de la antropología y la psicología, J.Mª Fericgla ha tendiendo un puente entre ambos campos en el desarrollo de su labor. Y lo ha hecho sobretodo en el nexo que los une: la etnocognición -concepto que puede relacionarse con otros términos, como la etnopsicología, o la antropología cognitiva-, y que se pude describir como el estudio de los procesos mentales acaecidos durante los estados modificados de consciencia, en relación a la creación de símbolos culturales, y en relación la reorganización el imaginario individual para una mejor adaptación al entorno."


Un diseño bipolar

Por un lado hay que entender que los seres humanos somos seres biológicos y culturales a la vez. Tanto nuestra llegada a la vida como nuestro final inevitable en el fenecer están indicados por importantes cambios biológicos y culturales que puntúan la existencia de cada persona. En este sentido, si como seres culturales disponemos de un abanico de posibilidades abiertas en lo que se refiere a creencias en el más allá, cultos, ceremonias y festejos de comensalidad, como seres biológicos tenemos un diseño cerrado, o por lo menos muy poco flexible. En la muerte es la biología quien impone sus leyes entrópicas. Podríamos considerar nuestro proceso biológico como de diseño cíclico en el sentido más lato (al morir el cuerpo se descompone en sus elementos primarios con lo que en realidad, para la Naturaleza, no desaparecemos sino que simplemente nos transformamos en hidrógeno simple, calcio, nitrógeno, etc. y por otro lado, nuestro cuerpo es un auténtico campo de batalla donde se da la muert e y el nacimiento celular constante), pero nuestra consciencia no acepta esta transformación como una pauta de continuidad de la existencia. Así, si la Naturaleza nos diseña en forma de proceso cíclico de mutaciones biológicas permanentes, la mente humana tiene un diseño binario, lineal y causal que no encaja de forma directa las limitaciones de la biología. Para resolver este conflicto, que en último término es el de nuestra propia muerte, la mente humana ha elaborado una realidad cultural que permanece más o menos indeleble y va más allá de cada individuo. Se trata de los sistemas de valores en base a las grandes categorías culturales de cada sociedad: bueno/malo, feo/bonito, eternidad, ciencia positivista o religiones de la permanencia... pero todo ello son categorías culturales que solo pertenecen y tienen vigencia dentro de un espacio y un tiempo construido por nuestra mente.

La antropología se dedica justamente a estudiar estas realidades en que vivimos, construidas simbólicamente. Dentro de estas realidades culturales -las únicas cognoscibles para los humanos- los ritos de paso son los hitos que nos indican dónde estamos, quiénes somos, y qué obligaciones y derechos tenemos para con el mundo que nos envuelve. Y aún dentro de los ritos de paso, los dos de mayor importancia son la bienvenida a los que acaben de nacer y la despedida al morir. El inicio y el final. Estos ritos (por ejemplo, para los cristianos el bautismo y la misa de difuntos) están alejados del hecho físico del nacimiento y del óbito de la persona: la consciencia a través de la cultura trata de imponer sus leyes a la biología, y la única forma de comprendernos como seres humanos es aceptando que la cultura y la biología se afectan mútuamente. La selección cultural incide en la evolución biológica y al mismo tiempo las poblaciones humanas se diversifican en sus adaptaciones locales por medio de las culturas.

La estrategia permanente

¿Cómo han resuelto otras sociedades -y la nuestra- la angustia que genera el pensamiento y la consciencia de la propia muerte? Usando el arma más potente de que dispone el ser humano: el simbolismo, la creación de mundos simbólicos por medio de la capacidad del imaginario humano (en último término lo que nos define como seres humanos). Para ello y gracias a ello, repito, se han construido los sistemas religiosos.

Por medio de las religiones y de los sistemas de creencias que integran la muerte en un diálogo profundo con la vida y los demás seres humanos, se ha tratado de frenar la angustia ante esta disolución del ego que, en último término, es la esencia de la muerte: disolución del ego material (el cuerpo), del ego social (referentes de identidad, propiedades, títulos y cargos) y del ego psicológico ("yo soy", "yo siento"). El simbolismo religioso ayudaba a entender la propia muerte no como un final absoluto, sino como la culminación de la reintegración del individuo al proceso de vida universal y eterno. Por ejemplo, por medio de las creencias en la muerte como forma de retorno a la Madre Tierra arquetípica, desde la cual habrá una o muchas reencarnaciones; o entendiendo la muerte como paso hacia un mundo más placentero, tal como nos dibuja el Paraíso, desde donde habrá un nueva vida, incluso corpórea. Y todo ello en oposición al sufrimiento, que sería lo denotativo de la vida terrena (y no hay que olvidar que el propio sufrimiento viene generado en buena parte por la consciencia de la muerte). Todo este simbolismo de la muerte ha ayudado a la humanidad a entender la vida no como un final, sino como parte de un proceso o viaje de gran valor iniciático: las pruebas y dificultades de aquí enseñaban a perder el miedo a la muerte porque se consideraba que después la persona recibiría los premios por este sufrimiento. Incluso si era muy elevado el sufrimiento, aseguraba la propia vida eterna y la salvación de la humanidad entera.

jueves, 19 de julio de 2007

La paradoja

"La vida es una paradoja tremenda. La única realidad que existe es el aquí y ahora. El pasado no debe preocuparnos porque ya no existe, pero el instante presente es fruto del pasado. El futuro tampoco debe preocuparnos porque no existe, pero de lo que se haga en este mismo instante depende el futuro, aunque tampoco sabemos cual será."

Lo único seguro respecto del futuro es que la muerte nos está ahí esperando.

martes, 17 de julio de 2007

Enteógenos... A la búsqueda del Peyote

Si hablamos de plantas Enteógenas, sin duda, una de las más conocidas es El Peyote (Lophophora williamsii), que junto con el cactus San Pedro (Trichocereus pachanoi) son dentro de esta familia de plantas las más famosas por sus grandes concentraciones de alcaloides y particularmente la mescalina. Es considerada una divinidad por algunas culturas americanas como los huicholes y los taraumaras de México, acá les traigo un texto de como realizan la búsqueda de este cactus los huicholes y su significado.

"Los huicholes identifican al peyote con el venado y emprenden una auténtica cacería anual para obtener hikuri. Estas peregrinaciones culminan en Wirikuta, una región cercana a Real de Catorce en San Luis Potosí. En la geografía huichola Wirikuta es el centro del mundo, el lugar de los dioses antepasados, el sitio donde se origina la vida sagrada de la tribu.

Hasta no hace mucho sus antepasados caminaban unos 300 kilómetros para llegar allí. Aunque actualmente buena parte del trayecto la hacen en vehículos, el viaje sigue siendo largo y pesado.

En 1960 un grupo de antropólogos recibió autorización de los huicholes para acompañarlos en algunos de sus viajes. Gracias a ello sabemos que un experimentado mara'akame o chamán, que está en contacto con Tatewari (Nuestro Abuelo Fuego) es quien guía el viaje. Tatewari, conocido también como Hikuri, el dios peyote, es la deidad huichola de mayor antigüedad. Tatewari condujo la primera peregrinación del peyote a Wirikuta y los participantes siguen sus pasos a fin de "encontrar su vida".

La preparación para emprender la cacería incluye la confesión y la purificación rituales. Al llegar ante las sagradas montañas de Wirikuta, los peregrinos reciben un baño ritual y realizan plegarias en favor de la fertilidad y la lluvia; posteriormente el chamán inicia una serie de
prácticas ceremoniales, relata historias sobre la antigua tradición del peyote, invoca protección para lo que ha de venir y conduce a los participantes hasta los "umbrales cósmicos" donde sólo él puede ver las huellas del venado. Cuando localiza el peyote, lanza una flecha que va a dar al cactus. Entonces se lleva a cabo una ofrenda y todos buscan más peyote y llenan varias canastas para compartirlo con los que se quedaron en casa y para vendérselo a coras y tarahumaras que, aunque usan el peyote, no suelen ir en su búsqueda.


Por la noche tiene lugar el rito a través del cual los cazadores del peyote entran en contacto con las Primeras Gentes. Se colocan cuatro flechas apuntando hacia los cuatro puntos cardinales y justo a la media noche se enciende una fogata.

El chamán bendice tabaco tocándolo con plumas antes de distribuirlo entre los participantes. Después de fumar tabaco, cada uno ingieren entre 8 y 13 gajos de hikuri. Todos encienden velas y murmuran plegarias mientras el chamán se comunica con los elementos y maneja kupuri (fuerza de energía vital). Se inicia entonces "el peligroso tránsito hacia el otro mundo". Este paso consta de dos etapas: "la primera es el puente hacia las nubes estruendosas y la segunda, la separación de las nubes. Esto no representa un lugar en la Tierra sino que pertenece a la
"geografía de la mente"; para los participantes, pasar de una etapa a otra es un evento lleno de emoción, la cacería del peyote es un regreso a Wirikuta, al paraíso, al arquetípico principio y final de un pasado mitológico."


Un chamán huichol busca entrar en contacto con la divinidad a fin de obtener visiones del pasado que le permitan adquirir conocimiento para orientar su vida y ayudar a los demás. Su meta última es un clarísimo ejemplo de sabiduría: dejar de contactar a la divinidad a través del
peyote, toda vez que aprenda a quedarse con él en su interior.

A sus más de ochenta años un renombrado chamán huichol, Don José Matsúwa, le confió a su aprendiz Prem Das: "El camino del mara'akame [chamán] nunca termina. Yo soy un viejo y sin embargo sigo siendo un nunutsi [bebé] frente al misterio del mundo." Ramón Medina Silva, otro chamán huichol entrevistado por la antropóloga Barbara Myerhoff, dice: "Todos nuestros símbolos, el venado, el peyote, el maíz de cinco colores, todos los que has visto ahí en Wirikuta, cuando vamos a cazar el peyote, son bellos. Y son bellos porque son verdaderos."

lunes, 16 de julio de 2007

Señora Otra...


No suelo soñar demasiado... pero de tanto en tanto alguno viene, no muchos, pero siempre alguno se cuela... muchos no los recuerdo, otros sí... muy pocos... casi ninguno...

Hace un tiempo tuve un sueño tremendo... por lo bueno... soñé que me moría, pero no cómo me moría ni mi agonía, si es que la tuve, no, soñé que ya estaba muerto... en otro plano, en otro lugar...era una sensación tan espectacular que sería difícil describirla... pero estaba bueno... y hoy me pregunto... que hace a los hombres tenerle tanto miedo a la muerte?...

Será el miedo al sufrimiento antes de la hora final?... eso es algo que a ninguno nos gustaría pero no es el asunto esta vez... hablo de la muerte... cuando se para el reloj de nuestro cuerpo físico... ahí!!!, en ese momento...
Será miedo a despegarse de lo físico y material de nuestra existencia?, de que todo lo que logramos tener se vaya por la borda y nosotros nos vayamos?
Será miedo a no saber que viene?...
Será egoísmo?
Será miedo a dejar situaciones inconclusas, sobre todo personas que pueden depender de uno?

Las preguntas pueden ser infinitas y las respuestas también... pero... a la muerte en sí le tenés miedo?... si todas tus preguntas tuvieran una justa respuesta antes de morirte, le seguirías teniendo miedo a la muerte?... en el momento justo de cerrar tus ojos por última vez y de realizar tu última inspiración... le tenés miedo?

... el nacimiento físico ya está marcado por un fin como la muerte, cualquier cosa física que hay sobre este planeta nace, crece, se desarrolla y muere, entonces, si sabemos eso desde que tenemos uso de razón... donde radica el miedo?... irse antes de tiempo?... que tiempo?, quién sabe cuál es su tiempo???... si todos sabemos que convivimos con ella, ahí esperando siempre...hasta que nos toque...

viernes, 13 de julio de 2007

Integridad


Estaba tumbado en la cama mientras el hombre que tenía que darle el veneno lo estaba preparando. Atardecía, era la hora convenida. La corte había decidido la hora exacta, pero el hombre lo estaba retrasando. Sócrates le preguntó:

-El tiempo pasa, el sol se está poniendo, ¿por qué te estás re­trasando?

Este hombre no podía creer que alguien que estaba a punto de morir fuese tan escrupuloso con la hora de su muerte. En realidad, debería estar agradecido por el retraso. Él adoraba a Só­crates. Le había oído hablar en la corte y había visto la belleza que había en él: él solo tenía más inteligencia que todo Atenas. Quería retrasarlo un poco para que Sócrates pudiera vivir un poco más, pero Sócrates no se lo permitió. Le dijo:

-No seas vago. Trae el veneno.

Mientras se lo estaba dando, le preguntó:

-¿Por qué estás tan emocionado? Te veo tan radiante, veo tanta curiosidad en tus ojos. ¿No te das cuenta? ¡Vas a morir!

Sócrates dijo:

-Eso es lo que quiero conocer. La vida ya la conozco. Ha sido hermosa; con todas las ansiedades y las angustias pero, a pesar de todo, ha sido un placer. Simplemente respirar es una gran alegría. He vivido, he amado; he hecho todo lo que he querido, he dicho todo lo que he querido. Ahora quiero saborear la muer­te, y cuanto antes mejor.

Sólo hay dos posibilidades: que mi alma siga viviendo bajo otras formas, como dicen los místicos orientales; eso es muy emocionante, viajar con el alma libre del lastre del cuerpo. El cuerpo es una celda, tiene sus limitaciones.

0 quizá tengan razón los materialistas, y cuando muere tu cuerpo, muere todo. Después ya no queda nadie. Eso también es muy emocionante: ¡no ser! Sé lo que significa ser y ha llegado el momento de saber lo que significa no ser. Y cuando ya no soy, ¿qué problema hay? ¿Por qué me tendría que preocupar? Yo no estaré allí para preo­cuparme; de modo que ¿para qué perder el tiempo ahora?


Osho - El libro del hombre

jueves, 12 de julio de 2007

Huir de la sombra...


Había un hombre que se turbó tanto al ver su propia sombra
y le desagradaron tanto sus propios pasos,
que decidió deshacerse de ambas cosas.

El método que utilizó fue huir de ellas.
Así que se puso en pie y corrió.
Pero cada vez que ponía un pie en el suelo aparecía otro
paso, mientras que su sombra le seguía de cerca sin
ninguna dificultad.

Atribuyó su fracaso al hecho de que no corría con suficiente rapidez.
Así que empezó a correr cada vez más rápido,
sin detenerse, hasta que finalmente cayó muerto.

No se dio cuenta de que si se limitaba a ir por un lugar sombreado,
la sombra desaparecería, y que si se sentaba
y permanecía inmóvil, no habría más pasos.

Chuang tzu

miércoles, 11 de julio de 2007

Enteógenos


Personalmente creo que uno de los caminos hacia el auto-conocimiento es a través del conocimiento e ingesta de plantas "enteógenas", pero para comenzar, ya que esto me llevará una enorme cantidad de posts, les dejo la explicación de lo que significa esta palabra según Josep Maria Fericgla, en su libro "El Hongo y la Génesis de las Culturas - Duendes y Gnomos: Ámbitos culturales forjados por el consumo de la seta enteógena "Amanita muscaria".

"A partir de los años sesenta se extendió, en determinados segmentos sociales más vanguardistas, el uso de las denominadas "drogas alucinógenas" o "psicodélicas"creando unas nuevas categorías mentales que no estaban lingüisticamente representadas en nuestros diccionarios. Durante años se han usado términos provenientes del argot de la psicología para referirse a estos estados, con todos los problemas que comporta trasladar una palabra de contexto, arrastrando contenidos de un ámbito a otro que interfieren en la comprensión correcta del término.

Es común todavía referirse a la alteración de las percepciones sensoriales como a una "alucinación", y de aqui que la droga que provoca tal cambio haya llegado a ser un "alucinógeno". No obstante, el sentido original del verbo "alucinar" es "cegar, seducir o engañar". Proviene del Latín (h) al (l) ucinari, "divagar mentalmente o hablar sin sentido", y es sinónimo de verbos que significan "estar loco" o "delirar".

En el año 1979 apareció un artículo en el Journal of Psychedelic Drugs, firmado por prestigiosos investigadores en diversas disciplinas científicas que conciernen al tema, donde se proponía un neologismo recién acuñado para designar las substancias vegetales que ingeridas, proporcionan una experiencia divina. El nuevo término es "enteógeno".

En medios científicos se ha adoptado rápidamente ya que es una designación que satisface las necesidades expresivas y recoge notablemente bien las resonancias culturales evocadas por estas substancias, muchas de las cuales son fúngicas.

La palabra "enteógeno" tiene su raíz en el término griego entheos, que literalmente quiere decir "Dios" (theos) dentro de mí" y es una palabra que, según los autores que la han acuñado, significa el estado en que uno se encuentra cuando es inspirado y poseído por el dios que ha entrado en el cuerpo.

Se aplicaba a los trances proféticos, la pasión erótica y la inspiración artística, así como a los ritos religiosos en los que los estado místicos eran experimentados a través de la ingestión de substancias que eran trasmutables con la deidad. A la raíz entheos, se agrega el sufijo - gen, que denota la acción de "llegar a ser", quedando el neologismo propuesto, "enteógeno".

martes, 10 de julio de 2007

Diálogo y verdad

Según una antigua tradición de ciertos templos zen japoneses, si un
monje que está de paso, y sale airoso de una discusión sobre budismo
con uno de los monjes residentes, puede pasar allí la noche. En caso
contrario, tiene que irse.


En el norte de Japón había uno de estos templos, dirigido por dos
hermanos. El hermano mayor era muy erudito y el hermano menor era
más bien tonto y sólo tenía un ojo.


Cierta tarde un monje llegó a pedir alojamiento. El hermano mayor
estaba muy cansado, pues había estado estudiando durante muchas horas,
así que le dijo al hermano menor que fuera y se hiciera cargo de la
discusión.


-Pide que el diálogo tenga lugar en silencio -dijo el hermano mayor.

Poco después el viajero se acercó al hermano mayor y dijo:
-Qué tipo tan encantador es tu hermano. Ha ganado limpiamente la
discusión, por lo que tengo que irme. Buenas noches.
-Antes de marchar-dijo el hermano mayor-,
te ruego que me cuentes cómo fue el diálogo.


-Bien -dijo el viajero-, en primer lugar levanté un dedo para representar
a Buda. Entonces tu hermano levantó dos dedos para representar a
Buda y su doctrina. Así que yo levanté tres dedos, para representar a
Buda, su doctrina y sus seguidores. Entonces tu avispado hermano agitó
su puño cerrado ante mi cara, para indicar que los tres procedían de un
mismo acto de comprensión.


Dicho lo cual el viajero se marchó.

Poco después llegó el hermano menor, con un aire muy preocupado.
-Me he enterado de que ganaste la discusión -dijo el hermano mayor.
-No gané nada -dijo el hermano menor-. Este viajero es un hombre
muy bruto.
-¿Si? -dijo el hermano mayor-. Dime el tema de la discusión.


-Pues -dijo el hermano menor-, en cuanto me vio, levantó
un dedo para insultarme indicando que sólo tengo un ojo.
Pero como era forastero, pensé que tenía que ser cortés, por
lo que yo levanté dos dedos, felicitándole por tener dos ojos.
Ante lo cual, el miserable grosero levantó tres dedos, como
queriendo decir que entre los dos sólo teníamos tres ojos,
por lo que me enfadé y le amenacé con darle un puñetazo en
la nariz. Así que se fue.


El hermano mayor se rió.

Vida

"Las viejas religiones os han enseñado a renunciar a la vida. Son todas negativas; su actitud es totalmente pesimista. Están todas en contra de la vida y sus placeres.

Para mí, vida y Dios son sinónimos; de hecho, vida es una palabra mucho mejor que Dios, porque Dios es solamente un término filosófico, mientras que vida es real, existencial. La palabra "Dios" existe solamente en las escrituras; es una palabra, una mera palabra. La vida está dentro y fuera de ti; en los árboles, en las nubes, en las estrellas. Toda esta existencia es una danza de vida.

Yo enseño el amor a la vida."

Osho - Nueva Dehli - Junio 1994

Las cosas como son...

Hace unos años leí por primera vez un libro sobre Budismo Zen, aclaro que no profeso ninguna religión...pero estoy más cerca de estos lineamientos que de otros con los cuales no me siento identificado en absoluto...y de aquí les extraigo una frase... el nombre del libro es el mismo que lleva mi blog...

"Avanzamos en el mundo por un surco estrecho, preocupados por las cosas insignificantes que vemos y oímos, obsesionados por nuestros prejuicios, y pasamos de largo por las alegrías de la vida sin ni siquiera darnos cuenta de que nos hemos perdido algo. En ningún momento probamos el vino embriagador de la libertad. Somos como prisioneros encadenados en el fondo de una mazmorra".

Yang Chu S.IV a.c.

El principio

La búsqueda en mi interior ha sido desde hace un tiempo una de mis metas, metas sin fin, metas que me llevarán la vida de mi cuerpo físico, o de varios cuerpos físicos, para tratar de comprender algo, metas que son un pretexto para el nuevo conocimiento, el auto-conocimiento.

Existen numerosas formas de llegar a ello, uno busca el camino hacia su interior que le resulte más placentero o quizás llega a él sin buscarlo...para mí existen muchas maneras de lograrlo, formas de vida, meditación, conocimiento de otras formas vida que sabemos pero que no conocemos, aprender, ver, oir, entre otras.... muchas otras...

Acá van a encontrar citas, parábolas, opiniones, experiencias, que han estado conmigo y me han formado para bien o para mal, que les pueden gustar o no, que pueden estar de acuerdo o no, pero que han sido o son los eslabones de la cadena, por la que yo intento encontrar mi Camino de Luz.